Revista_pag_pasada

33 años de resistencia y esperanza.

 
 
por Mauricio Castellanos 

Cuentos paranoides 

Cuento 
por H.Martín  
Ilustración : Martín Bacatá
 

Amistad 

Opinión
Por Xochi Bucuru 
 

Cuando se habla de los costos de la transición energética, la discusión suele limitarse a la pérdida de trabajos en las industrias que irán desapareciendo, como las termoeléctricas y las minas de carbón. Pero la transición energética tiene un lado mucho más oscuro: los impactos ambientales y sociales que tiene la extracción de los minerales que necesita...

 

Esa desigualdad  que genera injusticia

Ciencias

Por Bertsy Goic Figueroa

Es natural reclamar cuando la situación es desigual y los niños pequeños lo saben. Es normal que, a eso de los 4 años, los niños comiencen a gritar “no es justo”, cuando se ven expuestos a una situación que, a sus ojos, los desfavorece. Y no son los únicos. Existen varios estudios en primates no humanos y otros animales que también lo avalan, siendo particularmente cierto en aquellas especies altamente cooperativas...

Ilustración por Natalia Belén Beiza

 

 

Edición Octubre 2021

ENERIO

LITERATURA
Por Fabio Ramirez 
Imagen de Candice Estep/Eye

LAS FRONTERAS

OPINIÓN
Por H. MartÍn
Ilustración por Martín Bacatá

ARTE, REVOLUCION Y DICTADURA 

OPINIÓN
Por Xochi Bucuru 
 

ANECTODAS DE UN TESORO

POESÍA 
Por Andrés Barbosa Vivas 
 

Articulos previos

Un llamado a la Legislación de la Mujer originaria

OPINIÓN 
POR XOCHI bUCURU bOTACHE 

Piedra de toque editorial 

13 años insistiendo en cumplir sueños

por Diana Carolina Daza Astullido 
 

Condición del Espectro Autista

Salud
POR Claudia Goya Lizana
 

Atención  Plena :

La ciencia detrás de la práctica. 

CIENCIA

 
por Valeria Manriquez Rojas

DE VUELTA A LA ANORMALIDAD

Opinión

por H.Martín

Por otro lado los padres de familia volverán al corte, a la chagra, al surco, a la oficina. El mismo jornal de ruego que ofrece la demanda. El mismo salario mínimo que no alcanza.

 

La Casa digital

RELATOS

Xochi Bucuru 
 

La pandemia ha llegado desplazando estos encuentros, en donde todos al unísono de los tambores, resonábamos en un mismo propósito: La constante búsqueda de encontrar una común unión personal y una interrelación más sensitiva y de bienestar con el entorno.

Fotografía : Mariela Alvarez

La Efímera 

Literatura
Jaibaná
 

Justo cuando ella estaba a punto de sucumbir ante el poder de las sombras, ella recordó las enseñanzas de su linaje.

La Sombra 

Prosa
Lore Sé
 

Justo cuando ella estaba a punto de sucumbir ante el poder de las sombras, ella recordó las enseñanzas de su linaje.

El Baile Ritual de los Diaguitas

ESCRITOS

WILSON ARAYA 
H.Martín

Una Leyenda Fidedigna

Había una vez, como tantas veces, en una tierra lejana, muy lejana, vivía un pueblo llamado Diaguita, 

Una Leyenda Fidedigna

Había una vez, como tantas veces, en una tierra lejana, muy lejana, vivía un pueblo llamado Diaguita, 

Condenados al Paraíso

Opinión

H.Martín

Las inmensas minorías; Esos defensores del espíritu de la selva, del manglar, de la sierra, de los páramos, y de las distintas comunidades y ecosistemas. 

Ilustración : Fabian Zamora  

Adam Asli Erdogan

Comprometido con la Vida

Poesía 

SILVESTRE GALEANO

Caminando temeroso pasa el día sin rumbo, dormita el hambre
con el frio calado entre el pecho y la espalda, dormita la depresión en las aceras

La Voz de la Tierra

Estudios

Melisa Cáceres

¿Cómo respondemos a los desafíos de la emergencia climática desde el encuentro y reconocimiento de la interculturalidad?

Persona

Tropico Nocturno

POESÍA   

H.Martín

Bailo en las ruinas mientras sostengo su mano, usamos un lenguaje bajo, sutil para no entrar en rima, su sombra esta desnuda y la persigo entre los danzantes almas nocturnas, hasta atravesar la cortina, ella se da la vuelta y me invita con una caricia, yo la sigo  instintivamente bajo el influjo de su promesa…

Obras

Todas
Podcast
Por Fabián Zamora
Por Edgard Sandino Velásquez
Por Bertsy Goic Figueroa
Por Daniel Goya León
Por Xochi Bucuru
Por H.Martín
por Mauricio Castellanos
Por Fabio Ramirez
Por Andrés Barbosa Vivas
por Diana Carolina Daza Astullido
Magazine

La forma de la huerta

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

El poder de la ambición

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Esa desigualdad  que genera injusticia

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

La huella socioambiental de la transición energética

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Amistad

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Cuentos paranoides 

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Techotiba, 33 años de resistencia y esperanza.

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Enerio

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Arte, revolución y dictadura

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Las Fronteras

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Anécdotas de un Tesoro

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Piedra de toque editorial 

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Fragmentos del poemario  «Cuaderno de Viajes» 

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

La legislación de la Madre Tierra, Un llamado a la Legislación de la Mujer originaria

Tomados del poemario Cuaderno de viajes El camino de la Serranía Vigorosa El camino que lleva a Iguaque, la Serranía Vigorosa, no culmina en su base, ni en el faldón agreste embraveci¬do por la torrencial presencia de las lluvias. La senda que desciende desde su cima —que resguarda a la laguna de la cual emergieron las serpientes que crearon la vida— se prolonga en los pasos de sus exploradores, en los caminos entretejidos por los árboles, en los saltos de los cauces de sus ríos y quebradas. Sobre la laguna de Iguaque bailan los vientos y las aves. Ella recibe los reflejos del cielo. Sus ondas traslucen el brillo del sol, la luna, los meteoritos y las estrellas. So¬bre sus aguas caen el polvo galáctico, los brillos de todos los cuerpos celestes, los ecos de músicas arcanas, viajeras de las soledades cósmicas. Fluyen hacia sus aguas, nutren a sus visitantes y descienden. El camino de la Serranía Vigorosa viaja desde el fondo de las galaxias, prosigue sus pasos más allá de la montaña y retorna al cosmos en un punto diferente del trasegar sin tiempo: al interior de los corazones que peregrinan sus caminos. Gigantes de piedra Tal vez la existencia sí tenga un sentido y lo hayan descubierto esos gigantes de piedra que reposan en forma de montañas y de cerros, esos colosos celestes que hace siglos decidieron acostarse boca arriba a contemplar el compás que marcan con sus festivas danzas las estrellas. Esto ha dicho un abuelo En la oscuridad del desierto alumbra mi pecho. Transito desde la semilla hasta ser frutos desnudos. Me elevo hacia las estrellas y las beso con mis flores de tuna. De muchos senderos soy la guía. Soy sosiego para los caminantes, para quienes duermen bajo mi sombra. En la oscuridad del desierto, en la noche pausada, en el día que arde de siglos, erijo mi verde y mis púas, palpito mi corazón, abrazo los pasos, alumbro los sueños.

Atención Plena : la ciencia detrás de la practica.

¿Cómo cambia nuestro cuerpo luego de practicar mindfulness? El Mindfulness o atención plena es un practica contemplativa budista muy antigua (mas de 25 siglos) que ha adquirido reciente popularidad en el hemisferio occidental gracias a Jon Kabat-Zinn, quien instauró en las universidades de Estados unidos programas de intervención basados en esta técnica, llamados “Mindfulness-based invention (MBI)” con el fin de eliminar el estrés. Según el mismo Kabat-Zinn, “la atención plena es la practica de llevar intencionadamente la atención a las experiencias que ocurren en el momento sin juzgarlas”, una habilidad que se puede desarrollar mediante la meditación atencional u otro tipo de entrenamiento. Con el fin de propagar esta practica a niveles clínicos y científicos, Jon Kabat-Zinn decidió en los 80’s desligar el mindfulness del contexto ético y religioso del budismo y puso énfasis en los beneficios médicos comprobables por la ciencia. De esta manera, en la ultima década los estudios científicos sobre la eficacia del mindfulness han aumentado drásticamente, siendo comparables con la cantidad de estudios de terapia cognitiva, una de las psicoterapias mas utilizadas en la actualidad. Pero, ¿Qué dicen esas publicaciones? ¿Es la practica del mindfulness realmente beneficiosa o mas bien tiene un efecto placebo? En este pequeño articulo, queremos describirte dos interesantes cambios que produce el mindfulness en nuestros cuerpos y que han sido comprobado científicamente. La atención plena podría tener un efecto sobre el envejecimiento de las células inmunes Los telómeros son secuencias protectoras de ADN en los extremos de los cromosomas que garantizan la estabilidad del genoma durante la replicación celular. En otras palabras, los telómeros son como cascos que protegen nuestro material genético cada vez que la célula se divide. Durante el envejecimiento humano, cuando las células se dividen, la longitud de los telómeros disminuye en promedio hasta un punto en que la célula ya no puede dividirse mas y muere. De esta manera, el largo de los telómeros a nivel celular se ha considerado como un marcador de edad biológica de la célula y de longevidad. Hasta hace poco se pensaba que los telómeros solo podrían disminuir en el tiempo, pero los nuevos hallazgos científicos demostraron que, en una fracción significativa de personas, la longitud de los telómeros de las células mononucleares de la sangre periférica (celulas inmunes) puede aumentar con el tiempo, sugiriendo la existencia de factores que podrian regular el largo de los telomeros. Un factor positivo es la actividad de la enzima telomerasa. Esta enzima tiene la capacidad de añadir secuencias de ADN a los telómeros, aumentando activamente su longitud y preservando la función de las células sanas. En contraste, se ha demostrado que el estrés psicológico crónico podría afectar la actividad de la telomerasa y estar relacionado con una disminución del largo de los telómeros, favoreciendo el envejecimiento celular. Mas aun, una temprana disminución de los telómeros y de la actividad de la telomerasa ha sido considerado como biomarcador de riesgos para la salud y enfermedades. Un grupo de investigadores estadounidenses (entre las que se encuentran la premio nobel de medicina 2009 Elizabeth Blackburn) decidió comprobar si una disminución del estrés, relacionado con practicas budistas como la meditación, podrían afectar el tamaño de los telómeros en las células inmunes. Para ello, sometieron a 30 personas sanas a un retiro de meditación de 3 meses en los que meditaron en promedio 6 horas diarias y lo compararon con un grupo control, que fueron 30 personas que quedaron en lista de espera y que presentaban similares características al grupo en estudio. Como resultado, observaron que las personas que participaron del retiro experimentaron al final una sensación de bienestar significativamente mayor al grupo control y una mayor actividad de la telomerasa en las células inmunes, sugiriendo que la meditación de atención plena podría favorecer la longevidad de estas células y con ello, un buen sistema inmune. No es posible en este punto determinar si este es un efecto temporal o si es a largo plazo, pues no se reportó la actividad de la telomerasa a tiempos posteriores al retiro (estudio en proceso). De todas maneras, este trabajo es pionero en exponer como los factores psicológicos como el estrés pueden afectar a las células de nuestro cuerpo. La atención plena produce cambios en nuestro cerebro relacionados con una sensación de bienestar Los programas de reducción del estrés basados en la meditación plena han demostrado tener efectos positivos en el bienestar psicológico y en la mejora de varios trastornos. Sin embargo, poco es conocido sobre como pueden afectar a nuestro cerebro. Un grupo de científicos de la universidad de Harvard decidió despejar esta interrogante y realizó un estudio en el cual invitó a sujetos sanos no meditadores a participar de este programa de atención plena, los cuales realizaron 40 minutos de meditación al día, durante 8 semanas. Para analizar los posibles cambios, se hicieron imágenes cerebrales 2 semanas antes y dos semanas después de iniciar el programa. Como resultado observaron que, en el hipocampo, los sujetos expuestos al programa basado en la atención plena tenían mas materia gris que el grupo control, que fueron aquellas personas que no realizaron el programa. Este resultado sugiere que la meditación de atención plena podría favorecer el aprendizaje, la memoria y la regulación de las emociones. Complementario a estos estudios, se ha observado que la depresión o el estrés post-traumático podría estar asociado a una reducción de la materia gris en el hipocampo. Otro resultado de este estudio fue un aumento de materia gris a nivel de la unión temporoparietal en los participantes del programa, lo que podría estar relacionado con una mejor conciencia de si mismo, mayor empatía y compasión. Finalmente, los investigadores quisieron analizar como cambiaba la materia gris en la amígdala, una estructura cerebral crucial en las respuestas al estrés. Contrario a los observado en otras zonas del cerebro, tras la intervención se observó una disminución de la densidad de materia gris, lo que estaba asociado a una reducción significativa del estrés percibido. Este resultado sugirió que la meditación de atención plena modificó la forma en que las personas responden al estrés, haciendo que estas necesitaran menos actividad de la amígdala y, por ende, menos materia gris en esta zona. En conjunto, estos estudios demuestran por primera vez que la meditación de atención plena produce cambios específicos en nuestro cerebro asociados a una mejora en nuestro estado psicológico. ¿Te dieron ganas de practicar mindfulness pero no tienes tiempo? ¡No te preocupes! Un reciente estudio demostró que solo necesitas 13 minutos de meditación al día, durante al menos 8 semanas para poder empezar a experimentar una sensación de bienestar asociados a nuestra plasticidad cerebral, ¡así que no hay excusas! ¡Vamos todos a meditar, a cambiar nuestra mente y a rejuvenecer nuestras células! Referencias 1. Baminiwatta, A. & Solangaarachchi, I. Trends and Developments in Mindfulness Research over 55 Years: A Bibliometric Analysis of Publications Indexed in Web of Science. Mindfulness 1–18 (2021) doi:10.1007/s12671-021-01681-x. 2. Basso, J. C., McHale, A., Ende, V., Oberlin, D. J. & Suzuki, W. A. Brief, daily meditation enhances attention, memory, mood, and emotional regulation in non-experienced meditators. Behav. Brain Res. 356, 208–220 (2019). 3. Conklin, Q. A. et al. Insight meditation and telomere biology: The effects of intensive retreat and the moderating role of personality. Brain. Behav. Immun. 70, 233–245 (2018). 4. Epel, E., Daubenmier, J., Moskowitz, J. T., Folkman, S. & Blackburn, E. Can meditation slow rate of cellular aging? Cognitive stress, mindfulness, and telomeres. Ann. N. Y. Acad. Sci. 1172, 34–53 (2009). 5. Garcia-Campayo, J., López Del Hoyo, Y. & Navarro-Gil, M. Contemplative sciences: A future beyond mindfulness. World J. Psychiatry 11, 87–93 (2021). 6. Hölzel, B. K. et al. Stress reduction correlates with structural changes in the amygdala. Soc. Cogn. Affect. Neurosci. 5, 11–17 (2010). 7. Hölzel, B. K. et al. Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density. Psychiatry Res. 191, 36–43 (2011). 8. Hölzel, B. K. et al. How Does Mindfulness Meditation Work? Proposing Mechanisms of Action From a Conceptual and Neural Perspective. Perspect. Psychol. Sci. J. Assoc. Psychol. Sci. 6, 537–559 (2011). 9. Jacobs, T. L. et al. Intensive meditation training, immune cell telomerase activity, and psychological mediators. Psychoneuroendocrinology 36, 664–681 (2011). 10. Tseng, J. & Poppenk, J. Brain meta-state transitions demarcate thoughts across task contexts exposing the mental noise of trait neuroticism. Nat. Commun. 11, 3480 (2020). 11. Zhang, D., Lee, E. K. P., Mak, E. C. W., Ho, C. Y. & Wong, S. Y. S. Mindfulness-based interventions: an overall review. Br. Med. Bull. 138, 41–57 (2021).

Condición del Espectro Autista

¿Cuáles son las necesidades más importantes de los familiares, las dificultades en el acceso al tratamiento y los problemas de inclusión social y educativa que puede presentar un niño(a) con condición de espectro autista?   Introducción: Cuando analicé los resultados de la encuesta de la familia elegida para esta actividad y los del estudio “Aplicación de la encuesta sobre las necesidades de los cuidadores de la Red del Espectro en Autismo en América Latina”, aparecieron en mi memoria las historias de los niños y jóvenes con TEA y las de los cuidadores que me ha tocado conocer, historias fuertemente relacionadas y que a la vez únicas. Relatos de un viaje que se inicia con la búsqueda del diagnóstico, el encuentro con la realidad y el camino recorrido entre especialistas, terapeutas, instituciones, familiares, otros padres y también con la soledad. Desde una mirada más macro, las iniciativas, declaraciones e intenciones de diferentes organizaciones y estados asociados, que buscan la protección de la infancia y la igualdad de sus derechos, como la Convención sobre los Derechos del Niño, que exhorta a los estados miembros a que "respeten y aseguren los derechos establecidos a cada niño en la convención dentro de su jurisdicción, sin discriminación de ningún tipo, independientemente del niño, su familia, o guardián legal, la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, las tendencias políticas u otra opinión, el origen nacional, étnico o social, la propiedad, la discapacidad, el nacimiento u otro estado" , no han logrado por diversas razones, los avances, el impacto y los resultados esperados. Así, a partir de las historias y realidades de niños, niñas y jóvenes con TEA y sus familiares (esfera micro) y las iniciativas y esfuerzos de distintas organizaciones, por lograr la inclusión en las distintas esferas de la vida, en este ensayo se hará un breve análisis de las necesidades que ellos presentan, de las formas en que son abordadas y de los problemas asociados a su insuficiente o nula satisfacción. Contenido Es reconocido que cada niño, niña y joven con TEA es único , por eso las intervenciones sanitarias y educativas deben basarse en sus características particulares, reconociendo y comprendiendo su situación individual .”Los niños y niñas con autismo ven, escuchan y sienten como los demás pero su cerebro procesa la información de manera diferente, por eso su manera de ser, estar y relacionarse también es diferente…” Por lo tanto, distintas serán sus necesidades y las repercusiones en los individuos y sus familias, si éstas no son satisfechas. Entre las necesidades de estos niños y jóvenes, podemos distinguir aquellas vinculadas con la integración social, educativa, sanitaria y familiar, donde los cuidadores y las redes de apoyo, son cruciales (figura 1). Sin embargo, existen brechas de cobertura de los programas y servicios de salud explicadas por un conjunto de factores determinantes que influyen en el acceso a los servicios y a la oferta de los mismos, que afectan a toda la población, siendo críticos para las personas y especialmente para los niños y niñas en situación de discapacidad. Otros factores dependen de las condiciones educacionales, socioeconómicas, territoriales y también de las experiencias personales y colectivas que les ha toca enfrentar a las personas con TEA y a sus familias, factores que favorecen o obstaculizan la integración y el adecuado desarrollo individual y social de los mismos, generando en los casos con menos opciones, la profundización de la inequidad en el acceso y en la oportunidad de diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. Dentro de las todas las necesidades observadas, pero no siempre destacadas, está la necesidad de apoyo durante la búsqueda del diagnóstico y en el momento en que este se entrega, momento y período de dolor, miedo y desesperanza. “Es difícil imaginar que, tras esa imagen de muñeco, se oculta una anomalía neurológica sutil pero devastadora” . “…Nostalgia de los momentos sin compartir, de los secretos que no habrá. Nostalgia de lo que no va a pasar. Nostalgia del que ibas a ser” 2 . Por otra parte, la incomprensión y los sentimientos de abandono son protagonistas recurrentes, por la insuficientes respuestas y pertinencia de las mismas por parte de las instituciones y los actores de salud, educación y protección social, vinculados. Realidades y sensaciones que en muchos casos precipitan a las familias y cuidadores a recorrer caminos propios, con apoyos de pares y de algunos profesionales sanitarios y de la educación, que en ocasiones logran vencer sus resistencias y los hacen volver a confiar. En los casos en que esto no ocurre, la sobreprotección y limitación del contacto de los niños y jóvenes con TEA con nuevas experiencias de integración, dificultan las posibilidades de intervención y completo desarrollo de sus potencialidades, profundizando además, los sentimientos de abandono, incomprensión y soledad que viven los cuidadores. Conclusiones El progresivo aumento de casos, la insuficientes explicaciones causales y relacionales de este aumento, las diferencias encontradas entre los países y entre los métodos de estudio e investigación, sumado a los retos que implican los cambios demográficos y epidemiológicos de las poblaciones y los cambios en las clasificaciones de estas enfermedades, como ocurre en el DSM-5, nos urgen a desarrollar estrategias sanitarias, educativas y otras, que consideren la pertinencia cultural y territorial para difundir, sensibilizar y aumentar la conciencia sobre TEA, estrategias colaborativas multinacionales y multisectoriales, que permitan el diseño y la implementación de servicios clínicos y educativos ampliamente utilizados, aceptados y valorados, como ha ocurrido con las acciones y programas de integración educativa, que no solo benefician a los niños, niñas y jóvenes con TEA, sus familias y comunidades educativas que los desarrollan, sino que a toda la sociedad. Imagen 1: Esquema de las necesidades y/o experiencias de los niños y jóvenes con TEA, vinculadas con la integración educativa, sanitaria, familiar y de otras redes de apoyo.

Entre la Muerte y La Milicia: Un Amor Epístolar. 

A principios de 1970 el país se encontraba ante el origen de la guerra más duradera del continente, las guerrillas habrían tomado forma y fuerza en varios de los departamentos de Colombia y el estado se preparaba para enfrentar todo movimiento popular alzado en armas. Fue así que Luis Eduardo el protagonista de esta historia, es llamado a enlistarse en el ejército nacional, dejando el amor de su vida, para enfrentar junto con la milicia, varias de las batallas que le tendría preparadas el destino.  “Que haré yo sin tu amor en este mundo, sin poderte borrar de mi memoria, solo te pido que de mi pecho guardes entre tu pecho la callada historia”. (Penas amargas. Canción popular) Con esta dedicatoria musical que anexa Luis Eduardo en una de las múltiples cartas, enviada desde uno de los rincones de Colombia, a su amada Eva Triana en la capital, iniciaba este bello romance epistolar, que sobreviviría al convulsionado siglo XX y que nos dejaría un testimonio conmovedor sobre el amor en tiempos de guerra. En la soledad de las noches Luis escribía las cartas desde su regimiento y en ellas expresaba su profunda devoción a Maria Eva, con una poesía sencilla, en la cual refleja un sentimiento verdadero y las costumbres conservadoras de la época, seguramente, él era uno de los pocos que sabían escribir y su amada era de las muchas personas que no sabrían leer. Sin embargo esto no fue impedimento para que sus misivas se hicieran llegar a manos de su destinataria. Las cartas eran reveladas y contestadas por medio de alguna Celestina, cómplice de este bello romance colombiano.   “El presente acróstico para el ser más amado, que me llena de ilusión, me da fuerzas para seguir viviendo”. Mirando tu pasado añoras el Amor de otros tiempos, pero ves Risas, lágrimas, ilusiones y desengaños, Ignoras vida mía mi Amor puro que te doy… Enséñame a vivir y a morir Vitoreando a grito en pecho tú Amor, tu nombre bendito de mujer… En otra de las cartas se lee un poema enternecedor, consignado en la historia de este auténtico romancero popular: “sufro porque no veo a cada instante tu cálida presencia, porque ignoro en que piensas cuando de mi estas lejos y que hacen tus manos cuando no pueden acariciar las mías. Te necesito sabes… como el pan que me como y el aire en que me muevo, me enciendo como el sol cuando te miro, y lloro como la lluvia si te alejas… y todas mis estrellas se me apagan y todos mis rosales se deshojan si no escucho tu voz”. Su amor epistolar forjado en la distancia, en el medio de la zozobra de la guerra, nos deja ver como la incertidumbre y el miedo, enfilan su artillería contra el alma del soldado poeta, que se mantenía vivo por su amor, con un lápiz por fusil. Frente a las angustias y contra las amarguras, en sus tribulaciones solitarias rezaba así: “En la distancia y en esta soledad, mis días llegan al desespero que morir prefiero a que me olvides” Y continúa con el drama que solo entienden los enamorados que marchan lejos de su amada: “Me da mucha nostalgia, no he querido tomar, porque esos centavos me hacen falta para ir a verte, a ver si deseas estar conmigo, de lo contrario voy a terminar pegándome un tiro” Pero… ¿Quién puede juzgar a un enamorado? Es evidente todo el tormento en el que se encuentra su alma, pero antepone con ternura todo su amor frente a la muerte… En otra carta se lee: “hoy te envió flores para que en el futuro me las lleves a la tumba si esto sigue así”. El temor de perder su alma en medio de la guerra, de no regresar a los brazos de su amada, hace de estos documentos un romancero escrito por un soldado con alma de poeta. el legado de este amor aún vive y trasciende a los estragos de la violencia. Luis y Eva tuvieron 4 hijos, fruto de ello nació su nieta heredera de la ternura junto con el nombre de la abuela. Eva María, o Evita como le llaman de cariño, fue quien encontró las cartas guardadas en un viejo mueble. 50 años después de ser leídas por primera vez, vuelven a la memoria familiar para convertirse en un testimonio de amor que sobrevive a una de las guerras más largas de la historia.  Autor : H.Martín 

La Casa Digital

Distintos episodios de mi vida me han llevado a crecer en medio de la palabra de sabedores y sabedoras que desde su experiencia, de alguna manera, han influenciado mi existencia, alrededor del fuego, en casas de pensamiento (lugares tradicionales que evocan el aula de una escuela de crecimiento humano bajo la dirección de una cosmogonía propia) donde durante noches enteras, a veces semanas, me fui construyendo como médico, forjada en palabras que se graban como letra imprenta en el alma, lo que se conoce como el patrimonio de la tradición oral. Tuve la fortuna de crecer en este entorno desde mi adolescencia, apreciando con gran gratitud cada uno de estos encuentros que hoy se anhelan en una sección interna de mi ser y que a raíz de la presencia de la era de la pandemia se han ido desplazando, a convertirse en prácticas que luchan por su pervivencia al interior de cada hogar, de cada comunidad, donde poco a poco se fueron desplazando los ritos colectivos de aglomeraciones de individuos procedentes de distintas culturas, danzando, compartiendo medicinas, cantos y maneras de vivir. La pandemia ha llegado desplazando estos encuentros, en donde todos al unísono de los tambores, resonábamos en un mismo propósito: La constante búsqueda de encontrar una común unión personal y una interrelación más sensitiva y de bienestar con el entorno. Sin embargo, la pandemia también ha traído sus regalos, la posibilidad de confinarse y abrazarse a sí mismo, (para muchos de manera forzada) la posibilidad de escucharse más y de buscar otras maneras y alternativas de que la fuerza colectiva predomine y la vibración de muchos, converja en propósitos comunes donde nos alentemos a continuar en medio de una sociedad que por momentos nos inunda de temor, al observarla desvanecerse en medio de las inequidades gubernamentales, de las pesadumbres de muchos, y las evidentes vulnerabilidades de la mayoría de la población, en este caso, específicamente, en la contemplación de un continente que durante mucho tiempo ha resistido en la lucha del pueblo, contra el desbalance del poder que subyuga y limita las oportunidades de desarrollo. No basta solo con contemplar, el detenerse a mirar todas estas situaciones que aquejan no solo mi país, sino los países hermanos, no solo mi pueblo originario, sino los pueblos originarios que nos anteceden a todos, y ver cuantas riquezas aguardan al interior de cada uno, y que pese a ello vamos camino a la vía de extinción, contemplación que nos invita con ahínco a propiciar rutas donde la tradición oral no muera y siga su curso y su propósito, el propósito de llegar a muchos, y hacerse vida en diferentes conciencias. En esta búsqueda, la actualidad ha propiciado canales de comunicación que otorgan la posibilidad de mantenernos “conectados” lo cual no es difícil cuando transitamos por una era de consumismo virtual, en particular, un sobre consumo de las redes sociales que se han convertido en la manera de acompañarnos y llenar el vacío de no sentirnos seres sociables. Este sobre consumo ha acarreado muchas cosas, algunas veces, el riesgo a perder identidad o a caer en la confusión entre la aglomeración de información que recorren los muros de cada una de estas redes. Valiéndonos de este sobre consumo, se pone en consideración el impacto que genera el emplear estas cadenas de comunicación en la trasmisión de aquellos saberes que aportan en la evolución de la conciencia humana y que fomentan esperanza o visiones de un proceso social de alguna manera más equitativo, realmente, desde este punto de vista, considerando que todo aquello que genera una influencia social masiva puede ser un agente de cambio de manera inevitable. Con estas apreciaciones, surge la iniciativa de fomentar espacios de integración, donde esta vez, quizás no compartimos el fuego que abriga una casa de pensamiento, pero se enciende la intención de un fin común al interior de una plataforma digital, que, de alguna manera, recrea por un momento un recinto donde sin límite de frontera, espacio o economía, nos reunimos. Allí surge realmente una esperanza, nos damos cuenta que se trascienden las fronteras y entonces, surge la unidad. En el ritual de sentarse en círculo a escuchar distintas fuentes de saber, se va entretejiendo la palabra en torno a un tema específico que en el acto se plantea, allí, surge la creación colectiva con la que se surge también la intención de que sea una palabra que amanezca, es decir, una palabra que se materialice. Hoy, puedo sentir que una parte de mí se va llenando en medio de cada encuentro en la “casa digital” donde para este tiempo, hemos planteado un tema que quizás por la situación que aqueja el mundo, se pronuncia como una necesidad primaria: La salud. Así, ha nacido para este tiempo memorable, un movimiento que pretende forjarse en el trascurrir de los años y los países, un movimiento que hemos decidido llamar: Latinoamérica Medicinal, el cual ha venido integrando médicos de distintos lugares del continente que reconocemos desde la cosmogonía ancestral como el Abya Yala, puedo decir con certeza que a este día, lo miro con la amplitud de una América, una América nativa que se extiende superando los límites de las desigualdades y la subyugación de muchos pueblos. Hoy este movimiento va dando sus primeros frutos, teniendo el gusto de respirar el logro de un evento magno que sin precedentes fue culminado el pasado 24 de junio, que poco a poco fue tomando cuerpo propio, y que casi guiado por una fuerza mayor, se podría decir, fue celebrado como acontecimiento del año nuevo para nuestros pueblos, el Inti raimy, We tripantu, Willka Kuti, se fue saboreando entre el entrar y salir de los conocimientos que en torno de la medicina , vestido en bata de doctor o en atuendo de curador, llenó el espacio y los corazones de muchos seres, sembrando la visión de una cultura nativo americana profundamente rica, que plantea salidas a las encrucijadas de las enfermedades y nuestros sistemas de salud. El gozo de haber culminado este primer gran evento se pronuncia con más fuerza cuando se recogen las palabras de muchos seres que desde distintos lugares, sin pretenderlo, fueron encontrando respuestas a sus inquietudes, a sus búsquedas quizá antes no pronunciadas o reconocidas. Es este el inicio de un largo tramo que se espera, continúe su curso como el rio, un rio que quiere fluir en su cauce hasta encontrarse con la gran mar, donde en confianza se anhela contemplar que como humanidad podamos acceder a aquellas memorias del ayer, que aguardan maneras de preservar la vida y de curarla de formas más puras y más adheridas a nuestra verdadera naturaleza. En verdad, es este un planteamiento de una trayectoria que se visiona tangible, que nos ha regalado la ruta digital y que, aunque para muchos ha sido un reto de adaptación, nos va llevando a vivir una era futurista sin perder nuestras antiguas tradiciones. Puedo decir a ciencia cierta, que este día festejo el gozo de continuar forjándome como persona alrededor de la palabra, que mientras subsista en su visión y en la proyección de ser trasmitida, seguirá siendo una herramienta poderosa de trasformación y de creación colectiva. De todo esto, tengo para decir, que pese a la frialdad que experimentaba en un escenario virtual, he aprendido a sentir tras la pantalla, el abrazo cálido, la sonrisa estimulante, el canto estremecedor y la cercanía de todos aquellos que desde sus casas hacen presencia, al leer, al ver y al permitirse apreciar lo que con esmero y esfuerzo se sueña y se lleva a este medio, en este momento, puedo agradecer la capacidad de comunicar de la cual todos hemos sido dotados, y espero con gran anhelo, siga siendo una virtud que se expanda de manera positiva, por nosotros mismos y por los tiempos que nos aguardan.

DE VUELTA A LA ANORMALIDAD

Volvemos paulatinamente a la normalidad. Una noticia que no deja de alegrar a todos los habitantes del planeta, se va desvaneciendo toda la angustia que dejo el paso de la pandemia, con su saldo espantoso de muerte. Pero para ser sincero, sin duda alguna existen muchas más situaciones en el acontecer nacional, que no dejan de preocupar profundamente. Teniendo esos aspectos en cuenta, vamos a hacer un breve recuento de lo que nos espera en la tan añorada “normalidad”. Comenzaremos así con los individuos más vulnerables: los niños, seguramente quedaran muchos más factores por considerar pero este será un buen principio… lo niños por fin van a regresar a las aulas de clases, donde otra vez esa alegría, ese ruido de la vida alegraran las paredes viejas y derruidas de las escuelas, esa bella alegría volverá por los caminos polvorientos, por esas veredas aisladas de la ruralidad, atravesaran largas distancias a pie, para llegar a su pequeña escuela. Con un desayuno pobre en sus entrañas, con el hambre de aprender, con la ilusión entre sus pestañas. Tal vez encuentren en el menú de sus loncheras algo tiernamente empacado por sus padres, porque quizás el almuerzo que ofrece el estado, este contaminado con carnes extremadamente costosas de burro o caballo, con un pan duro y alimentos con la fecha de caducidad vencida. Se encontraran con los mismos pupitres estrechos, las bibliotecas vacías, con suerte tendrán electricidad y agua, pero jamás internet. Sin embargo su más preciada alegría será compartir sus aventuras durante el confinamiento. Compartir con los demás niños su pobreza, sus lejanos sueños y fantasías. Por otro lado los padres de familia volverán al corte, a la chagra, al surco, a la oficina. El mismo jornal de ruego que ofrece la demanda. El mismo salario mínimo que no alcanza. Con el sueño interrumpido, y con su miedo fresco, volverán a trabajar esas horas extra sin paga, para cotizar en un fondo de pensión, con toda la incertidumbre en el alma y con la seguridad que no pueden enfermarse en un sistema de salud tan nefasto. Y ni hablar del sistema de transporte masivo y más IVA… El hambre acumulada en medio de una notable descomposición social, la delincuencia disparada y disparando, la inseguridad de siempre en la cultura del nunca, cobraran sus nuevas víctimas. Porque aquí la única cultura que prospera es la del rebusque y lo único organizado es el crimen… Después de dejar la casa en arriendo con la ilusión de poder comprar su casa propia algún día, se encontrara en el camino interminables filas y aglomeraciones que traerán un viejo recuerdo, de cómo era todo antes de la pandemia, no dejara de tropezar con niños y mujeres indígenas bailando en la acera, vendedores ambulantes orbitando por todo el espacio público, mendigos intermitentes usufructuando los buses, migrantes internos y extranjeros por doquier. Quizás su empatía forjada en las penumbras del confinamiento y su afinidad con la causa social de las recientes marchas que engordan los desposeídos invisibles de esa Colombia profunda, le inviten a extender su mano para ayudar aquellos que padecen el desempleo y el olvido. En ese caso llegará a casa sin una moneda en los bolsillos. Cuando se descalce y repose su cansancio frente al televisor, vera el resumen de noticias. (Noticias tergiversadas de “supuestos” desfalcos al erario público, un senado que legisla para amigos poderosos y en nombre propio, un sin número de muertos y auto-atentados para justificar políticas no tan democráticas y también para justificar el presupuesto de defensa y así someter a fuerza armada, todo aquel que parezca estar en desacuerdo con el estatus quo del establecimiento). Luego, por supuesto la sesión de entretenimiento y el futbol, que le harán olvidar el abandono en el que se encuentra como ciudadano, en un estado social de derecho y de derecha. La policía estrenando uniformes, la procuraduría poderes judiciales, el presidente un lujoso helicóptero con el cual sobrevolar la pobreza. Así seguiremos siendo uno de los países más corruptos del mundo, más desigual y más ignorante. Es momento de revaluar eso que llamamos NORMAL, porque romantizar la pobreza no es normal, ser insensibles frente a la muerte, no es normal, ser indiferentes frente a las injusticias, no es normal, tolerar tanta desidia definitivamente no es normal. No volvamos a la “normalidad”. Luchemos por cambiar.

La Efímera

La efímera La hoja verde, de tantos matices desde algunas miradas imposibles. Subió con sus patas apartadas por el tallo resbaloso, que era el reto, el de siempre, el de sus escasas horas de vida; era su vida. En el primer intento se precipitó a la raíz sin aviso, ni excusas, ni más posibilidades que caer. La segunda vez lo intentó por dos minutos y, conociendo la premura que apresura, dio un salto alto y se trepó hasta el centro; allí dudó: la hoja o el tallo, hasta llegar a la cima. Pero como la duda pesa y después de unos segundos se convierte en miedo, se soltó del todo y en su nuevo vuelo hacia el aturdidor terreno pensó en su destino, en lo imposible de su elección, en cambiar de sueño. Un golpe fuerte y de cara al sol se lanzó a su tercer intento, lleno de coraje. Sabiéndose agonizante, atrapada en la dictadura del tiempo, recordó sus deseos, la necesidad de dignificar la muerte de su cuerpo y su gusto por el viento en los ojos. Desde la montaña vio a muchos de sus mismos revolcarse en la tierra sin suerte, ni pagamentos, ni rituales, solo con la tristeza por perder en un tallo mojado cualquier distinción o reconocimiento. El tic-tac que aturdía su pensamiento la alentó a ponerse de patas y se convirtió en el más poderoso insecto. Subió con mucha fuerza, siempre atenta y aguantando el dolor que producía la gravedad en su cuerpo. Alcanzó victoriosa una hoja que por poco la arroja nuevamente hacia el suelo. Sujetó una rama y saltó al deseo, pistilo auténtico de la flor más hermosa: morir en medio del viento. Ya sentía en su vientre el fulgor del adiós de la vida instantánea que llegó al amanecer y se iría pronto durante el ocaso, de la mano del sol. Triunfante, alzó la cabeza para ver desde arriba y llorar desde su cómoda condición ante el cementerio de hermanos infortunados, que jamás lograrán percibir la luz del astro de cerca. Ya con todo acabado sin revueltas, ni llantos, ni frustraciones se empeñó en morir. La hoja movió la rama, la rama movió la flor. Cayó en medio de un grito aterrador y en la tierra igual que los otros, patas arriba y desesperada perdió todo su aliento. Antes del último segundo, el de la fatal aspiración, descubrió el motivo de su ya muy triste fatalidad. Un joven, tan joven como ella lo fue unas horas atrás, se aferraba al tallo buscando la cima y con su movimiento le negó el aplauso, el placer de lo logrado, del camino intrépido, del deseo hecho. Otro joven como ella, la condenó a su destino. Hagámonos espacio Ven hagámonos espacio, que no nos detengan los satélites, ni las estelas químicas o las nubes estacionadas. Date la vuelta y en un pedacito de tu cama o de tu suelo, sin hacer ruido, ni mover la puerta, te abrazaré de cucharita hasta que te duermas. En estos días de frío no lograré cubrirte mucho, pero seguro que se enciende un fuego pequeñito en los vientres y hasta quizás en los sueños nos veamos. Te acuerdas cómo es sentir en la cara el vapor que sale de los pocillos que sirven la agüita caliente, y todo ese cariño que se deposita en los sorbos de un hogar. Hogar de una, de dos, de tres o de las que hayan sido. Cuando la luna brille o el sol abrigue y sientas que sostienes los pesos del mundo en tus hombros, abre grande, anunciarán las desidias, que siempre se puede renunciar y tal vez escuche desde mi galaxia tus gritos y llore contigo. Quisiera componer una ruta, un plan, una mafia cósmica para que todos los días tu mirada impávida y desprevenida se vea de frente con flores o pájaros, o plantitas fugitivas de las materas, con cucarrones o luciérnagas, con mariposas y duendes, y que siempre, por un instante diminuto, incontable, perceptible pero no registrable, seas tú con el asombro. Te he descubierto en medio de los ataques de la misma desesperación y las múltiples tristezas. Sé que me miras. Gracias por no juzgar las desnudeces, por no traer con tu sombra la moral y, en cambio, jugarretear en las cortinas haciéndote pasar por aire recio, y luego quitarme el pelo de la cara y arrullarme sin tiempo y sin final. La vida nuestra Abrimos los ojos al mundo de este tiempo, la mañana primera en que las manos de la abuela acariciaron el transito del vientre a la tierra. Cantos, gritos y arrullos sonaron para despertar cada día. Cantó gallo, mugió vaca, ladro perro y silbó grillo. La infancia sintió en su boca el sabor dulce de los ríos, y en el fantástico arrebol volamos en el viento de la montaña, llevando en la sonrisa el corazón de la siembra. Despuntaba nuestra tímida juventud en medio de la yerba y las estrellas, Jugando entre los frutos coloridos que ofrecía cada la cosecha. Tocamos desde adentro el corazón de la madre, protectora incansable de la especie ingrata que la convirtió en ciudades. En el pecho ardió el sol del mediodía y agradecimos por siempre el poder de sembrar, recoger y ofrecer alimento y medicina. Vimos las flores crecer con nuestras esperanzas y alabamos con los jóvenes cuerpos, un campo que nos recogió en sus brazos. Al atardecer rodamos por las pendientes y los largos caminos, visitando árboles antiguos y sabios envejecidos, que nos llamaban urgente para enseñarnos de maneras y costumbres que intentan mantener: atenta la memoria y viva la tierra. Cielos, nubes, veranos e inviernos pasaron por nosotros al igual que el tiempo. Marcó el reloj la hora de traducir en los nuevos nacimientos, la historia profunda de este valioso saber y comprometido conocimiento. Al anochecer se arrugaron las manos labradoras, Nuevas semillas retoñaron en los campos, Fuimos abono, raíz, flor y de nuevo fruto. Fuimos pasados, presentes y seguimos luchando por ser futuros. Verde color del todo para quien mira el horizonte y encuentra allí su tronco, Campesinos nos llamarón y al final de la tierra somos todos. Pasos y senderos van creciendo al paso y al encontrarnos con nuestros hermanos, vestidos de animales, plantas, rocas, vientos, aguas y existencias, nos invade el eco profundo de la vida… para siempre nuestra. Reseña: Soy Leidy Agudelo (Jaibaná), actualmente vivo en Bogotá y existo en la Tierra. Mi profesión es la pedagogía. Disfruto mucho viajando, en la geografía y en la mente, también en las historias de personas, de esas personas, que cuentan sus días con el inmenso cansancio de la vida que se fija, la que vendrá o la que se irá. Quiero ser poeta y como niña quiero escribir todo lo que quiero en las paredes, luego en ropa con muchos colores y como anciana quiero cantar, sembrar, coser, leer y viajar siempre.

La Sombra

LA SOMBRA. Contrario a lo que se hubiera podido pensar, el día que finalmente llegó la sombra a su casa, estaba soleado y lleno de vida. Llevaba años paseándose por los alrededores, siempre buscando alguna abertura, alguna grieta, hasta que finalmente la encontró. Cuando logró entrar, el nombre de la sombra hizo eco en todas las paredes del lugar en el que alguna vez habitó el amor, y de allí nunca salió. Se posó primero en él, quien guiado por sus más básicos instintos, la abrazó con lujuria y se dejó llevar por sus susurros. Entonces él también se convirtió en una sombra oscura y fría, llena de final. Una vez esto ocurrió, las dos sombras se posaron sobre ella, enfriando su corazón y oprimiendo su pecho y su garganta. Justo cuando ella estaba a punto de sucumbir ante el poder de las sombras, ella recordó las enseñanzas de su linaje. Sus antepasadas le habían advertido de las sombras, y le habían heredado la fuerza para derrotarlas varias generaciones atrás. Fue entonces cuando dirigió su voz y sus más profundos sentimientos de amor hacia la hermosa Selva, quien envió la luz más hermosa de todas de vuelta, y la salvó. Fue con esa luz que poco a poco se fue construyendo un hogar cálido, donde lo único que las sombras podían hacer era entretener con diversas figuras a la más pequeña de la casa. Fue con esa luz de Selva que ella pudo deshacerse de las sombras que habían invadido su vida y que por un tiempo la hundieron en la más terrible oscuridad. Fue por esa luz de Selva que ella poco a poco recuperó su propia luz. Contrario a lo que se hubiera podido pensar, cuando las sombras le trajeron oscuridad, su vida y su Selva irradiaron luz.

Reportajes y documentales originales sobre los temas más relevantes del mundo.

Ríe la despiadada angustia de la soledad nocturna, su risa trajina todos los rincones sacudiendo el polvo.

En una tierra lejana, muy lejana… vivía un pueblo llamado Diaguita, ellos hablaban un lenguaje pintoresco, el cacán, la leyenda dice que bailaban y bailaban… Ese pueblo había sido dado por extinto durante varios siglos. Pero ellos seguían bailando – algunos dicen que por placer, otros dicen que por rebeldía.