Revista

El Baile Ritual de los Diaguitas

El Baile Ritual de los Diaguitas

UNA LEYENDA FIDEDIGNA

Wilson Araya

Había una vez, como tantas veces…

En una tierra lejana, muy lejana… vivía un pueblo llamado Diaguita, ellos hablaban un lenguaje pintoresco, el cacán, la leyenda dice que bailaban y bailaban… Ese pueblo había sido dado por extinto durante varios siglos. Pero ellos seguían bailando – algunos dicen que por placer, otros dicen que por rebeldía.

Dos viejas almas, renacidas de las montañas y de los valles, de los cielos y de la cerámica diaguita, iniciaban una conocida conversación.
La leyenda dice que ambos se comunicaban sin estar físicamente en el mismo lugar, algo extraño para entonces. Se dice que ambos tenían algo de color negro y de forma rectangular, en sus manos.

Cacica:            ahora no puedo hablarte, porque nos preparamos para bailarle a la chinita mamanchay…

Araiay:           Ahh, que bueno que lo hagas, Nai.
                     ¿entonces ahora estás en la Fiesta Grande de la Virgen de Andacollo?

Puedes situarte en cualquier momento, también puedes Imaginar que corría raudo el último mes del 2020. Habían pasado ya veinte siglos desde que, en otras lejanas tierras, el Maestro Jesús y su madre nos legaran sus eternas lecciones de amor hacia el prójimo. En lo que al pueblo diaguita tocaba; también habían transcurrido quinientos años de represión en sus más variadas formas.

A pesar de eso, el llamado pueblo cacán seguía defendiendo lo suyo, su dignidad, sus ritos, sus creencias, sus bailes. Cada elemento era parte de su todo.

                                   Cacica:            … no, pero vengo de allá, estuve allá, ahora bailaremos afuerita de mi casa  

                                   Araiay:           ¿Es que no han bailado lo suficiente?

Se sabe que, a través de la danza los diaguitas han intentado, durante eternidades, mantener esa manifestación primigenia, al tiempo que han dado cuenta, en los hechos,  de la aceptación de lo diferente.

Llenos de fervor los grupos danzantes, de origen diaguita, se han preparado, hoy como en ese lejano entonces, durante todo el año para presentar su gratitud a una imagen de la Virgen María, que un primigenio encontró enterrada en un socavón de buscadores de oro, hace más de cuatro siglos.

Cacica:            No hemos bailado nada aún…
                                                                 es que debimos regresarnos…

Araiay:           ¿Qué sucedió?, ¿porqué no pudieron bailar?

                                                             ¿porqué tuvieron que regresar?

                                                             ¿ … ?

Lo que no se sabe es cómo llegó esa imagen al lugar excavado. Algunos dicen que los conquistadores aparentemente la abandonaron bajo tierra mientras huían de la escasa resistencia de algunos caciques diaguitas. Otros afirman que simplemente fue un show montado por la propia Iglesia, para hacer creer al inocente pueblo que esa era una señal para que aceptaran religiosamente el yugo.

                                   Cacica:         Es que continúa la prohibición…
Por qué nos prohíben hacer ritualidad si no es guiada por la iglesia

                                                             Entonces lo hacemos, de todos modos, en la intimidad…

                                   Araiay:         ¿Es el siglo 21, o en siglo estamos?. ¿Cómo pueden seguir reprimiéndonos, con papa aparentemente progresista…
 y todo lo demás?
La prohibición de expresar nuestra espiritualidad viene de por lo menos cuatro siglos,
Esto es el abuso contra la inocencia indígena y contra nuestra VOCACIÓN de paz espiritual.

                                                           A este abuso de la Iglesia podría llamársele «PEDOFILIA ESPIRITUAL»

La tradición diaguita , desde tiempos inmemoriales, puso a la madre tierra como soberana de la vida, la sostenedora del mundo, el útero que da origen a todo lo existente, a  lo mundano y a lo sagrado. Por extensión, la tradición afirma que lo que la divina pachamama entrega es también divino. Entonces la imagen de madera que el minero diaguita “Collo” encontró bajo tierra también era sagrada.  Eso fue suficiente para la ingenuidad de entonces. Ninguno de ellos supo de tantas guerras hechas en nombre de esa buena madre ni el de su hijo. Ellos ni siquiera sospechaban de los asesinatos de las mujeres más sabias, como Maria, ocurridos en el contexto de la oscura Inquisición,  – ellas habían sido condenadas  también en nombre de la madre y del hijo- .  Nais y nayos – hermanos y hermanos – de entonces ni  siquiera sospechaban que todo era  un montaje poco original para imponer un dogma que estaría al servicio de los conquistadores.

Cacica:            Yo he sido perseguida y atacada por esa dictadura evangelizadora

                                                                 Me han hecho mucho daño gratuito…

                                                                 Y me he levantado dignamente

                                   Araiay:         Mi padre, el viejo y rebelde minero pirquinero de Andacollo les gritaba a los curas desde la plaza del pueblo que
 «SE VAN A IR DERECHITO AL INFIERNO –
… si es que existe».

Hombres y mujeres diaguitas, adoradores de la madre tierra, madre de todo y de todos, agradecidos por todo lo que recibían de ella, festejaban bailando sus creencias. El baile era, y aún es, la eterna forma de manifestar gratitud, de convertir su cosmovisión en corporalidad. Así, se fue formando una mezcla cultural. El pueblo diaguita honrando a la reina madre tierra, coronada por los árboles, ríos y montañas y agradeciéndole a través de sus tambores y pasos de baile que conectan el cielo y a tierra, el pasado, presente y futuro. Por otra parte la imposición de hacerlo frente a una imagen desprovista de esencia natural, desfigurada, privada de su humildad de mujer pueblerina, disfrazada con caros trajes, coronada de oro y diamantes, arrancados a sangre y fuego de los mismos  “indios profanos”.

Cacica:            Me he levantado y seguiré levantándome dignamente

                                                             No es por orgullo, es por dignidad

                                                             No es por mi, es por nuestro pueblo…

                                   Araiay:           Gracias Nai querida y respetada, estoy aprendiendo de ti…

Tienes razón, la única posibilidad que nos queda es esa precisamente, … levantarnos dignamente.
Ellos tienen su iglesia, nosotros tenemos a Dios – pachamama, ellos tienen las manos manchadas con nuestra sangre, nosotros tenemos el poder de la Dignidad y del sueño que esto cambiará.

 

El baile “chino” , bello, saltarin, rítmico, sagrado y profano, ha sido y sigue siendo la forma como la pacífica cultura diaguita sigue intentando sobrevivir a los tiempos de indignidad. Ante la decisión cacana de no renunciar a  adorar a la Madre a su manera, según sus milenarias costumbres, los propietarios de la Iglesia han optado por recombinar sus tácticas. La leyenda dice que han seguido amenazando a quienes se atreven a honrar a María a su manera, les han inculpado de pecadores, de impíos, de ignorantes y sacrílegos, les han ofrecido que pagarán en el infierno, … las peores cosas imaginables.

Algo han logrado con esa combinación de métodos. Hace un par de decenios que las asociaciones de danzantes originarios han sido declaradas parte exclusiva de la institucionalidad católica. La callada rebeldía de este pacífico pueblo, sin embargo, se sigue manifestando. De los faldeos cordilleranos, de sus valles, nadie sabe a ciencia cierta de donde… han surgido otros grupos de danzantes, indóciles,  no domesticados, que cuidan su tradición con el mismo fervor que adoran en la imagen de María a la Madre Tierra.

La leyenda dice que ha sido así hasta ahora, y seguirá siendo hasta siempre.

Cacica:         … Y seguiremos danzando, a nuestra manera, a la manera de nuestros ancestros.
Nuestros bailes, nuestros pitos, tambores, nuestras flautas seguirán viviendo.
Así también se construye la rebeldía…

 

Araiay:          Atunanka, nai, atunanka…

                          Te abrazo,  hermana , te abrazo…

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