Inteligencia Artificial Y Humanidad: Lo Que Aún Nos Pertenece

Ilustración: Bertsy Goic Figueroa 

Reflexiones sobre inteligencia artificial y humanidad

Hace unas semanas, Jordi Goya de Cultural Tras La Huella me invitó a escribir un artículo, mi opinión como ilustradora científica, sobre la inteligencia artificial (IA). Desde entonces he empezado varias veces y no he parado de darle vueltas.

Como muchas veces me ocurre, macero las ideas. Y sí, como la mayoría de los humanos, no soy tan rápida ni tan “eficaz” como lo sería una IA.

Pero ¿es eso realmente un problema?, ¿necesitamos, queremos ser instantáneos?

Una analogía en la mesa

Y aquí voy con una analogía que, como toda analogía, no es perfecta, pero creo que ilustra bien el punto. Pensemos en una sopa instantánea, en medio de un campamento, cuando tenemos hambre y frío… puede que sea salvadora y hasta la disfrutemos.

Pero ¿es eso lo que queremos para el día a día? ¿Dónde quedan los procesos, los aromas que se revelan poco a poco, esa espera y anticipación por lo que viene? ¿Dónde quedan las pequeñas variaciones que hacen que añoremos, o al menos yo, la comida de mamá?

No es solo el producto final lo que importa: es el sabor, el ambiente, la historia, la memoria compartida. Es la experiencia, es lo humano. Es ese tiempo dedicado que, poco a poco, se ha ido transformando en un lujo.

Lo inmediato frente a lo humano

Es por ahí, en la promesa de lo “instantáneo y sin esfuerzo”, por donde van mis reparos con la irrupción de la IA. Hoy está en todos lados, incluso en las artes, territorios que hasta hace poco se entendían como propiamente humanos.

Sin duda, la IA aporta herramientas que ayudan a resolver problemas de alta complejidad, como los metaanálisis. Pero también abre una tensión entre el avance tecnológico y el quehacer humano.

Un giro en el camino

Hace unos diez años le di un giro a mi carrera: pasé de la experimentación a la comunicación y la ilustración científica. Ahí encontré un lugar donde podía alimentar la curiosidad, afrontar desafíos, aprender, maravillarme, crear y también tener un propósito: explicar y compartir conocimiento científico.

No voy a negar que las herramientas generativas de IA pueden afectar mis fuentes de ingreso. Pero lo que más me inquieta es su uso indiscriminado, sin reflexión, en contextos donde el valor de lo humano queda borrado por un algoritmo que uniforma lo que debe ser.

Me preocupa que, con el abuso de estas tecnologías, perdamos la capacidad de reflexionar, maravillarnos, frustrarnos y perseverar. Porque también importa el camino: ese progreso diario que se construye con práctica, con alegrías y penas, con dudas compartidas.

Ciencia entre razón y emoción

La ciencia claramente sigue un método más o menos racional, pero para mí eso no la hace menos emocional. Durante mi postdoctorado había pasión, cuestionamientos y regocijo al encontrar respuestas. Y también momentos de incertidumbre, en los que seguí alguna “corazonada”.

Esas elecciones, aparentemente arbitrarias, nacen de nuestras motivaciones y experiencias. Son esas vivencias únicas las que han permitido dar pequeños y grandes pasos en el conocimiento científico.

¿Qué sería de Darwin sin sus viajes en el Beagle? ¿Qué sería de Monet sin sus problemas de visión? ¿Qué sería de Van Gogh sin sus tormentos?

La historia del arte y la ciencia está hecha de singularidades humanas.

El valor de perderse en el proceso

Sin reflexiones internas, sin discusiones entre pares, sin interdisciplina, sin tiempo para decantar… ¿dónde queda el proceso creativo? Sin sensibilidad, sin recuerdos, sin sueños ni temores, sin lo que nos hace únicos, ¿dónde queda la ciencia, dónde queda el arte?

Si todo se puede lograr de un modo “exprés”, ¿dónde queda el valor de aprender, de crear, de imaginar? ¿Dónde queda nuestra visión, nuestra sensibilidad, nuestra motivación?

Preguntas que quedan abiertas

Como buena científica, me doy cuenta de que tengo más preguntas que respuestas. Y en este momento particular de la historia, me parece bien.

Porque al final del día, son preguntas que deberíamos responder como sociedad. Quizás la cuestión central no es solo el rol de la IA en el arte o la ciencia, sino nuestro propio rol y el valor de lo humano en el mundo que estamos construyendo.

Autora y Ilustradora: Bertsy Goic Figueroa

Ingeniera en biotecnología de Molecular, tiene un PhD en Biotecnología, trabajó por varios años como investigadora en el instituto Pasteur. Actualmente es comunicadora e ilustradora científica freelance.

@drawinscience

 

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