Comprometido con la Vida

Adam Asli Erdogan

Comprometido con la Vida

Sylvestre Galeano

EL HABITANTE DE CALLE

Caminando temeroso pasa el día sin rumbo, dormita el hambre
con el frio calado entre el pecho y la espalda, dormita la depresión en las aceras

de espaldas a la soledad y la desventura,
aspira vapores del pegante de una bolsa,
tolueno para olvidar la indiferencia,
mientras recorre los barrios, las avenidas y los parques. El vano de los puentes y las alcantarillas

son su hogar y su refugio. Con chocolate,
pan y algún tamal,
la filantropía humana

lo reúne, con otros parias
para que compartan su vacío y su abandono. Caminando lentamente, el habitante de calle,
patrulla por la conciencia humana,
mientras le rasguña el sueño con sus manos mugrosas de anudar calles y avenidas,
con sus uñas herrumbrosas de escarbar en los rincones, y arañar en los callejones.
El habitante de calle es la realidad fantasmal
de una sociedad que se ahoga en la decadencia.

CIENCIA Y VIDA

La termodinámica del fuego interior con el que consumo los años
y la electricidad de las señales
con las que maduro las experiencias cambian en la medida que sobrevivo. Una partida de canicas,

el rodar de la pelota
y un paseo en bicicleta
captaron mis primeras ideas.
Con el paso de las hormonas
me atraparon unos ojos claros
un aroma de quinceañera,
la cadencia de un baile,
el fuego en una mirada,
una piel morena aumentó la entropía en mi cuerpo, el caos bulle en el vientre,
mariposas en el estómago,
y se congelan las palabras.
La termodinámica y la electricidad
me han transformado con el paso de los años.
En un principio rechace la religión,
esquive la filosofía
rehuí a las palabras.
Con el paso de las hormonas
me atrapó una idea,
el fogueo en el debate,
el caos bulle en los músculos,
y las mariposas son palabras.
Ahora, con el pucho de los calendarios,
con la sustancia de la vida
y lo concentrado de los años,
me atrae un buen libro,
una sinfonía de poemas
una caminata al atardecer
una mirada tuya,
tu piel densa
y tu mano ajada.
Con el paso de los años
me apasiona la política
hago filosofía
aclaro las ideas
y ordeno las palabras.

DESPLAZADO

Huye con la ropa y la estirpe vueltas jirones,

el bebé colgado de un brazo y el petate al hombro, un pasado que le oprime el pecho,

un presente y un miedo que le llenan los pulmones. El futuro es incierto,

como incierta es la vida.

La lágrima desesperada perturba el andar,

se abandona todo en la huida,

la gallina, el semoviente,

la cosecha por venir,

los recuerdos, los amores y las ilusiones.

Quedan los viejos enclavados en la cordillera,

sus despojos perdidos en la montaña

en las coordenadas del temor y zozobra.

Queda la sangre vertida

y abandonado el despojo yerto.

El impacto de la muerte detiene el tiempo, enloquecido de odio y desprecio,

el verdugo grita y ríe a carcajadas,

jura volver por más sangre,

por más miedo,

jura meterse en las ilusiones,

hacerse presente en las noches sin luna,

en las sombras de las calles,

en el ajetreo del mercado,

en los temores y las oraciones.

Quedan abandonados los sueños,

se huye hacia lo desconocido,

con la orientación del pánico,

se corre camino a la oscuridad,

se escapa de las sombras de la noche y el pasado. Se huye sin importar el hambre, o la sed,

porque ni el frio

ni el sol pueden más que el miedo.

Con el vástago a rastras y la vida en el petate,

el desplazado inquieto

esconde su identidad,

se esconde entre los pliegues del tiempo,

entre las cobijas del silencio.

Cómo respondemos a los desafíos de la emergencia climática desde el encuentro y

reconocimiento de la interculturalidad?

Melisa Cáceres